En blanco y negro

Por estos días me he sentido muy afectado por varias cosas que me han ocurrido en la última semana, como mi introducción a las Constelaciones Familiares, el comenzar un nuevo proyecto, la muerte de alguien muy cercano y sobre todo, el viaje de Sol a un sitio lejano, donde la comunicación es muy dificil. Eso me ha hecho enfrentarme a la realidad de la distancia, de la soledad y de alguna manera, del abandono. Creo que he recorrido todo el espectro de sensaciones que se pueden sentir en estos casos: miedo, tristeza, ira, incertidumbre, ansiedad…, y a pesar de que de alguna manera confío en mi mismo, en lo que soy y he aprendido en todos estos años, me sigue sorprendiendo la reacción de las personas ante estas situaciones.

Es muy dificil que alguien entienda lo que siente otra persona, por la imposibilidad de expresar con palabras lo que estamos experimentando, debido a las limitaciones inherentes al lenguaje que usamos para comunicarnos. Sin embargo, quienes nos rodean, en un intento generoso y compasivo (la mayoría de las veces) de evitarnos el dolor, intentan decirnos aquello que necesitamos oir para ver la situación de otra manera menos dificil o traumática. Y aquí es donde ocurren cosas, como lo dijera, sorprendentes o extrañas. Para algunos, la situación de dolor o abandono está muy clara y hay que seguir adelante a toda costa, sin mirar atrás, como queriendo correr a toda prisa para dejar la causa de la incomodidad lo más lejos posible. En cambio, otros piensan que lo mejor es encarar la situación, dejarse estar y sacar todo lo que sentimos gradualmente, para así quedar en paz y continuar renovados, habiendo aprendido algo.

No voy a opinar sobre lo que es mejor o peor, porque cada caso es diferente, y todos afrontamos este tipo de vivencias de manera completamente diferente. Lo que si sé es que aquellas cosas que no vemos o admitimos se van quedando allí olvidadas, reclamando atención e impidiendo que ocurran otras que podrían ser necesarias para crecer y vivir plenamente.

Lo cierto es que estamos (o al menos yo me siento así) muy desorientados y sobre todo, ignorantes en la manera de gestionar estas experiencias. Es como si cada vez fuera la primera y la sensación de inseguridad sobre cómo proceder vuelve a instalarse, como si nunca nos hubiera pasado algo similar. Si bien es cierto que los años nos dan más elementos para interpretar y transformar la realidad, al final siempre hay algo que nos dejará desconcertados y que requerirá de nuestra mente y corazón para sortearlo y poder continuar por esta ruta tan excitante pero a la vez tan dura que es la vida…