Reflexiones en un día soleado de primavera

Heme aquí, de vuelta tras una larga ausencia, plagada de contradicciones literarias (es decir, ganas de escribir, muchas ideas frescas pero sin poder encontrar el momento preciso). Aunque en algunas ocasiones me siento “culpable” por no ser lo suficientemente disciplinado para escribir regularmente las cosas que me parecen importantes, en otras (la mayoría afortunadamente) me encuentro experimentando muchas de las cosas sobre las que escribía y teorizaba desde la comodidad de mi atalaya, sin querer profundizar en la experiencia.

Pueda ser que lo que acabo de decir suene a que mucho de lo aquí plasmado sea el fruto de la imaginación y no de experiencias reales. Nada más lejos de la verdad. Simplemente, antes me especializaba en relatar, proyectar, imaginar y describir lo que me parecía más adecuado o que se acercaba en mayor medida a mis pensamientos, y ahora ocurre que la realidad se impone y prefiero experimentarla de primera mano y luego, si se tercia y realmente vale la pena, dejar constancia para quien quiera tomarse el tiempo de leer mis ideas. Incluso para mi mismo, como una manera de hacer retrospectiva y aprender de lo que ha ocurrido antes, que normalmente se va perdiendo en el frenesí incesante en el que se ha convertido la existencia en esta sociedad hiper-conectada.

Nunca es tarde para recomenzar. Y ahora, como en cualquier otro momento, la ocasión es buena para contar lo que me pasa por la cabeza, sea real o no…