Los dos lobos

Un día
Un anciano le contó a su hijo
sobre la batalla
que tiene lugar dentro de cada persona…

Le dijo: “La batalla se libra entre dos lobos dentro de cada uno de nosotros”

Uno de ellos es el Mal:
La ira, la envidia, la tristeza, los remordimientos, la culpa, las mentiras y el ego.

El otro lobo es el Bien:
La alegría, la paz, el amor, la humildad, la serenidad, la bondad, la fe, la compasión, la esperanza y la verdad.

El hijo le preguntó a su padre: “Y cual lobo gana?”

Y el viejo respondió: “Aquel al que alimentes”

Actitudes

Desde hace un tiempo está de “moda” el pensar que el 2012, que está a punto de comenzar, será el año del fin: que todo lo que conocemos cambiará, que terminarán muchas cosas, comenzarán otras y que sobre todo, habrá pánico, miedo, desesperanza, caos y pasarán todo tipo de cosas terribles. Lo cierto es que cambios habrá, y no lo digo porque sea un gurú que pueda ver el futuro, sino porque simplemente los ciclos que nos muestra la historia nos indican que cuando se abusa de los recursos y se emplean medios artificales para mantener una situación claramente insostenible (como en la antigua Roma, bajo la égida de Diocleciano), sobreviene una caída de proporciones épicas.

A la gente se le puede engañar durante un tiempo, sin embargo, cuando el engaño se hace tan evidente que ya es imposible seguir manteniéndolo, normalmente el engañado se siente como un estúpido y reacciona casi siempre de la peor manera. Lo peor es cuando la mentira y el embuste se convierten en lo normal, y la verdad se tacha de “exageración, especulación sin sentido, afán desestabilizador” o cualquier otro adjetivo descalificativo que se les ocurra.

Ahora bien, la mayoría de la gente habla del inminente colapso, de sus efectos, de todo lo que puede pasar, de lo mal que vamos a estar, de lo terrible que será, se rasgan las vestiduras por todos los errores cometidos, le echan la culpa a unos y a otros del caos que se acerca cada día un poco más. Sin embargo, nadie da soluciones, o si las dan, son difícilmente aplicables o no afectan al individuo, que  es quien finalmente padecerá los efectos de la irresponsabilidad sostenida, consentida y socialmente aceptada de los políticos, dirigentes y sobre todo, de quienes controlan realmente los recursos y el flujo de capitales. Ahora hay cada vez más analistas expertos que aportan todo tipo de opiniones, cada cual más estrambótica o estúpida (las cosas como son), y que en la práctica no sirven para absolutamente nada.

Como no quiero caer en el facilismo de criticar, hablar en exceso  y no decir nada al final, aquí van algunas recomendaciones. Cada cual juzgará si le son útiles o le aplican.

1. Abstenerse de “informarse” (nótense las comillas) por los medios tradicionales: prensa, televisión, radio, o grandes portales de internet. Estas fuentes están contaminadas de origen, ya que obedecen a los intereses de quienes han ocasionado esta situación que estamos viviendo. Hay que volver a creer en la palabra hablada, en el contacto personal y en suma, en la realidad. No en las virtualidades que nos hacen creer que son lo cierto. Internet es un medio magnífico para informarse correctamente, si sabemos buscar.

2. Evitar la sobrecarga de información: Como decimos en mi tierra, “por hacer más, hacemos menos”. De nada nos sirve vivir en un estado de paranoia permanente pensando en todas las posibles catástrofes que pueden ocurrir. Hay hechos inalterables como una guerra, o un ataque nuclear contra los que la población normal no puede hacer nada porque carece de los medios para ello. Si queremos informarnos, busquemos medios independientes o personas de confianza que nos permitan saber lo que ocurre, sin obsesionarnos por controlarlo todo y manejar todas las variables, ya que esto es simplemente imposible.

3. Prepararse: como dicen algunos, ya es tarde para pensar en salir corriendo al monte y construir una casa auto-suficiente, en la que no tengamos que depender del mundo exterior. Sin embargo, ante una posible escasez de alimentos, es una buena idea abastecerse con tiempo de suministros no perecederos (pasta, arroz, legumbres, etc.) o alimentos enlatados con al menos un año de duración. No está de más tener recipientes para almacenar una cantidad de agua potable que dependerá de las personas que vivan en cada hogar. No olvidar a las mascotas!

4. Estado físico: Uno de los peores efectos colaterales de este estilo de vida artificial que llevamos o hemos llevado hasta ahora, es que nuestro cuerpo ha perdido casi por completo su tono vital. Nos cansamos al hacer el mínimo esfuerzo y necesitamos grandes cantidades de comida para mantenernos relativamente bien. Una dieta equilibrada y buenas dosis de ejercicio ayudarán a que tanto el cuerpo como la mente se pongan en forma para poder responder adecuadamente ante cualquier eventualidad.

5. Sentido común: Es importante que adoptemos una mentalidad de “recursos finitos”, esto es, que utilicemos los medios a nuestro alcance con moderación y sin abusar. Es necesaria la calefacción a 24 grados en casa? O podemos irnos habituando poco a poco a estar con menos temperatura sin sentirnos incómodos? Qué tal invertir algo de dinero en ropa de abrigo de buena calidad y usarla regularmente? Somos eficientes a la hora de cocinar? Aprovechamos el calor residual de los fogones cuando cocinamos para calentar algo o cocinar otra cosa? Desconectamos los aparatos eléctricos que no estamos usando (no vale dejarlos en standby)?

6. Reciclar: Es realmente necesario tirar todo lo que se rompe? No existe la posibilidad de repararlo o reacondicionarlo? A veces es más fácil remendar un pantalón o un par de calcetines que ir a la tienda por unos nuevos. Podemos teñir nuestros viejos vaqueros para darles más meses de uso. El usar los zapatos alternadamente ayuda a alargar su vida útil (no todos los días el mismo par). Todavía tiras comida que se te olvidó comer? Recuerda que las fechas de caducidad son orientativas: hazle caso a tu olfato, gusto y sobre todo, al sentido común (ese que tenemos tan olvidado).

7. Salud: Es muy importante, como comenté antes, mantener un buen estado físico y mental, que pasa por atender nuestra salud adecuadamente. No se trata de atiborrarse de medicamentos, sino de facilitarle al cuerpo la tarea de defenderse de agresiones. No está de más saber lo básico de primeros auxilios, tener un botiquín equipado en caso de emergencia, y sobre todo, conocer las propiedades curativas de plantas y remedios naturales.

8. Menos lastre: Realmente necesitas todas las cosas que posees? Las usas todas? Esto incluye; ropa, gadgets, objetos decorativos, equipo deportivo, muebles, libros, CDs, artículos de cocina, revistas, etc. Qué pasaría si tuvieras que salir apresuradamente de tu casa por cualquier eventualidad? Tienes claro lo que es absolutamente imprescindible que vaya contigo? Sabes qué documentos necesitas en caso de que tengas que ausentarte de tu casa por un tiempo considerable? O de qué cosas no podrías olvidarte?

9. Medios económicos: Algunos dicen que los valores refugio son el oro y la plata, y en general los metales preciosos. Tal vez sea cierto. Sin embargo, hay que tener en cuenta que hoy por hoy es muy difícil obtener liquidez de esta manera, además que dichos metales tienen unos precios astronómicos actualmente. Y para cuando se establezca un sistema de trueque bien definido, si es que la manera actual de hacer negocios (con papel moneda) termina, puede que los metales pasen a un plano secundario, ante la necesidad de otro tipo de bienes (comida, abrigo, ropa, etc.)

9. Y por último, lo real es que la vida depende única y exclusivamente de nuestra actitud: si creemos en nosotros, confiamos en lo que sabemos y tenemos una actitud razonable, las cosas saldrán mejor de lo que podamos imaginarnos. “Lo importante no es lo que va a pasar, sino lo que vamos a hacer”.