Mediocridad

Hace un par de días me pasó algo que me puso a pensar, y dicho sea de paso, de bastante mal humor. No voy a mencionar nombres porque no viene al caso, pero si la situación para que ustedes mismos saquen sus conclusiones.

Se me acerca alguien un domingo por la tarde a pedirme un favor: mi hijo tiene un examen de inglés el martes y “casualmente” ha conseguido las preguntas, pero no sabe cómo resolverlas. ¿Podrías por favor resolver el examen para que pueda estudiar (léase memorizar) las respuestas antes del día de la prueba?

Si bien es cierto que la educación cada vez está peor, hay habilidades que no se pueden o deben “falsear”, es decir, hacerle creer a otros que sabemos de lo que estamos hablando. Una de ellas son los idiomas, especialmente los más importantes: inglés, francés o alemán. Así no aprendamos nada más en el colegio o universidad, una de las cosas que puede significar la diferencia entre conseguir un trabajo decente y poder ascender e incluso viajar, es la de saber inglés. La importancia de los demás conocimientos, aunque sé que muchos se llevarán las manos a la cabeza, es relativa, ya que podremos, con experiencia y práctica, adquirir una serie de habilidades que podremos utilizar en cada trabajo u ocupación que elijamos.

Se estarán preguntando qué hice. Pues bien, simplemente respondí: “Lo que puedo hacer es que tu hijo resuelva el examen y luego lo leeré para corregir lo que esté mal”. A primera vista, es un poco lo que me habían pedido, pero en realidad hay una diferencia sutil pero importante: el hecho de tener que “hacer” el examen, así sea una vez y mal, hace que quien lo resuelve aprenda aunque sea un mínimo y le suene lo que está leyendo. Sé que no es mucho, pero tampoco se trataba de hacer yo el examen para que esta persona simplemente se lo aprendiera de memoria.

Esta situación podría ser coloquial y hasta chistosa, pero denota la mediocridad, la falta de planificación, de interés y un total desprecio por el esfuerzo y tiempo de las personas, lo cual desde mi punto de vista, es altamente preocupante. Como sabemos que “todo está en Internet”, ya no nos preocupa aprender nada, y lo que es peor, no valoramos el conocimiento de los demás, disponiendo de el de manera irresponsable. Por algo la cultura del “todo gratis” triunfa por estas tierras. ¿Cómo vamos a pagar / reconocer el esfuerzo si para nosotros su trabajo no vale nada?

Si las futuras generaciones tienen todas este pensamiento (espero que no), y perdón por lo que voy a decir, pero estamos jodidos…

Sobre la madurez

El otro día alguien me dijo que, según mis ascendentes y nodos astrológicos, era una persona que tendía a mantener las cosas como estaban, sin querer entrar en la verdadera vida de la madurez. Cuando escuché esto, de alguna manera recordé lo que me decía todo el tiempo mi padre sobre crecer y “hacerse responsable”.

Curioso. Porque al parecer la madurez no tiene mucho que ver con ser feliz y auténtico, sino más bien con cargarse de “responsabilidades” porque “es lo que corresponde”. Lo mejor de todo es que cuando se quiere ser de otra forma, se pasa a engrosar la lista de los “bichos raros” y los demás, aquellos que han “madurado” comienzan a lanzar miradas de lástima y misericordia al pobre diablo (según creen) que ha decidido caminar en otra dirección.

Puede que me esté perdiendo de algo por no “madurar”, sin embargo me gusta la vida que llevo y la sensación de libertad casi irrestricta que da el no sucumbir al peso planetario de las obligaciones y los roles pre-establecidos. Pero claro, esto no le agrada a todo el mundo, especialmente a aquellos/as que no pueden cambiar el rumbo sin riesgo para sus cabezas, billeteras y demás.

Así que si madurar es vivir de una manera diferente a lo que uno se imagina que es la felicidad y la tranquilidad, fluyendo con el cambio y reinventando la vida cada día, prefiero la inmadurez y las miradas de lástima (léase envidia) de muchos y muchas…