Okuribito

Hace un rato terminé de ver esta película japonesa del director Yôjirô Takita (que por cierto no conocía), pero que tenía muchas ganas de ver desde que ganó el Oscar a la mejor película extranjera el año pasado. Tal vez no lo he comentado, pero me encanta la estética y el minimalismo del cine japonés, y a pesar de que existan películas un poco extrañas para la mente occidental, el intimismo que hay en ciertos directores como Beat Takeshi, hacen que valga la pena “arriesgarse” a explorarlo.

El título podría traducirse como “El que envía”. En español fue presentada como “Despedidas”, que se ajusta relativamente bien a la temática. La historia habla de Daigo Kobayashi, un cellista frustrado que después de que su orquesta se disuelva, vuelve a su ciudad natal y consigue un empleo bastante particular, realizando la ceremonia del Nôkan, que es algo así como el que prepara a los difuntos para ser depositados en el ataúd.

A partir de aquí comienzan a desarrollarse muchos acontecimientos que le hacen ver que la vida no es más que un soplo de aire dentro de la inmensidad del universo. Hay crisis, hay momentos tristes, complicados y alegres, pero al final el mensaje es que nada es tan difícil o insuperable.

Desde hace un tiempo reflexiono sobre la vida y la muerte, y ver esta historia me ha hecho pensar que definitivamente todos vamos hacia el mismo destino y que de nosotros depende el poder sacar lo mejor de nuestra existencia, sin obsesionarnos con objetivos imposibles o impuestos. La realización personal es un asunto muy íntimo en el que nadie debe o puede inmiscuirse, porque de los errores derivados de estas intromisiones puede depender la felicidad o la fatalidad de una vida, que al final es lo único y más importante que poseemos.

A veces me veo inmerso en tantas insignificancias que me alejan de la contemplación y el sosiego que pierdo la perspectiva y creo que con tener o lograr podré sentirme bien. Craso error! Lo bueno es que cada vez soy mas consciente de estas distracciones y vuelvo al camino tranquilamente, sin fustigarme ni hacerme daño, hábito corriente hasta hace más bien poco tiempo.

Cual es el mensaje de esta pequeña obra maestra? Para mi, aparte de la fugacidad de la vida, es que podemos convertir en una obra de arte cualquiera de nuestros actos, por increíbles o extraños que parezcan a los ojos de los demás. También ha renovado un tanto mi amor por la vida y me ha reconciliado con esa parte recalcitrante y exigente de mi mismo que sigue pensando que el éxito está en las metas pasajeras que nos han vendido como la razón de vivir. Lo mejor es deshacerse de odios y emociones que nos quiten la energía para concentrarnos en disfrutar y aprender, que al final de todo, fue lo que vinimos a hacer a este planeta.