Decisiones

Desde hace ya bastante tiempo, pienso y creo que la vida es un espacio donde se viene a experimentar y a aprender, además de recordar quienes somos en realidad. A veces nos encontramos con experiencias de un tipo u otro que supuestamente nos enseñan o dejan algo que para vayamos completando el acertijo de saber a qué vinimos a este planeta, o cual es nuestro cometido real. Sin embargo, cuando parece ser que hemos encontrado la razón o la vocación verdadera, la vida, como si estuviera burlándose de nosotros, nos deja ver la meta, el premio, la respuesta definitiva, pero sólo de lejos, porque cuando queremos acercarnos a tocar y disfrutar el haber por fin alcanzado eso que tanto ansiábamos, aparecen de la nada una cantidad ingente de obstáculos y dificultades que nos impiden alcanzar el objetivo.

Curiosa o irónicamente, la misma vida nos pone los recursos delante y con total disponibilidad justo cuando no los sabemos usar o no son estrictamente necesarios, para retirarlos cuando más los necesitamos. Es como aquella definición de lo que son los banqueros: aquellos que te prestan un paraguas cuando hace sol pero te lo quitan justo cuando comienza a llover…

Por tanto, hay que tomar decisiones. Casi nunca en las mejores condiciones o momento vital, y nos consolamos diciendo que “tenemos la mejor información disponible en cada momento” cuando en realidad no es así, en un vano intento por sentirnos menos mal o creer que lo que hemos hecho o intentamos hacer es el mejor camino posible, así en el fondo sepamos que no lo es. Lo malo es que esto no podemos verlo hasta mucho tiempo después, cuando ya no hay nada que hacer al respecto.

En fin. Hay que seguir jugando. Algunas veces se gana y otras muchas se pierde. El único consuelo es que parece ser que fue a esto a lo que vinimos a este planeta, nada más…