Una realidad borrosa

A veces es difícil escribir cuando tantas cosas rondan la cabeza al mismo tiempo: propósitos de cambio, ganas de aprender algo nuevo, incertidumbres, encrucijadas… Hace unos días vi una serie que me había “presentado” un amigo hace ya varios (!) años: Neon Genesis Evangelion. En un principio me la tomé con algo de escepticismo, porque la verdad soy poco amigo de las series y de la televisión en general, pero a medida que fue avanzando (son 26 capítulos, que vi casi de tirón) me fui identificando cada vez más y más. Al final, es un ejercicio de autoanálisis muy profundo, que toca ciertas fibras que muchas veces queremos dejar escondidas. Por ejemplo, el Dilema del Erizo, aquel que dice que entre más te acercas a ciertas personas, más lastimado resultas… Paradójico pero real.

Por si fuera poco, mis últimas lecturas me han hecho ver que definitivamente no voy por el camino que quiero o que me había imaginado en la vida. El percatarme de esto me ha hecho cuestionarme sobre mucho de lo que he hecho, aunque más que eso, me ha hecho pensar en lo que me gustaría lograr y cómo llegar hasta allí. A veces es dificil aceptar que lo que consideramos “real” y “sólido”, nuestros puntos de referencia, son simplemente ilusiones que se pueden desvanecer en cualquier momento. La última enseñanza que me dejó mi papá fue precisamente esa: el poder concentrarme de verdad en las cosas importantes, y me ha hecho reflexionar sobre la impermanencia y la fugacidad de todos y todo cuanto nos rodea.

El verdadero problema es reaccionar en consecuencia, porque el ego insiste en anclarse en lo poco que le parece aceptable para ello. Es muy dificil decidirse a saltar al vacio sin pensar en las consecuencias o en abandonar todo lo que hemos conocido. El cambiar de rumbo venciendo la inercia que hemos llevado toda la vida es casi imposible. Me resulta especialmente dificil aceptar que mucho de lo que creia no es realmente lo que quería, y el ver que el resultado, que aunque a los ojos del mundo parezca bueno o satisfactorio, a mi juicio se ha alejado mucho del concepto que tengo del disfrute y el placer por la vida.

Me ha resultado duro percatarme que desde hace varios años he venido haciendo cosas no tanto por el gusto de hacerlas sino más bien por los beneficios que puedo derivar de ellas. Y el resultado ha sido el de sentir que ahora no disfruto mucho de lo que en un principio hice por “placer”. Puede que resulte un poco dificil de entender, pero es como la vida me lo ha mostrado.

Lo bueno en medio de toda esta confusión, es que finalmente he visto la situación con otros ojos. Creo que me he ido acomodando dentro de la incomodidad, o como leí por ahi, me he sentado en un cómodo sillón lleno de cucarachas… Ahora que me he dado cuenta, viene la parte más dificil pero a la vez más interesante: ver qué puedo hacer para salir de esa zona de confort falsa que he ido construyendo a mi alrededor. El primer paso ya está dado: el aceptar la situación actual. Lo que viene ahora me asusta pero me intriga a la vez… Y luego la pregunta de siempre: qué puedo perder? Creo que una vez que he renunciado a lo que realmente me motivaba, no hay mucho más que pueda dejar ir. Solo puede haber ganancias, digo yo. Ya lo veremos…