¿Y qué más da?

Hoy nos despertamos con la noticia de la muerte de Bin Laden, después de un fin de semana lleno de acontecimientos “importantes”, tales como una boda en Inglaterra, la ilegalización de un grupo político en España y la beatificación de un papa en Italia. Sin embargo, cada vez que pasan este tipo de cosas, mi reacción natural es la de creer que algo más serio está pasando detrás de bambalinas y que las noticias supuestamente “interesantes” no son más que una cortina de humo para impedirnos ver la realidad.

Si, se ha dado de baja a Bin Laden: ¿y qué? Se ha casado un príncipe: ¿y qué? Se ha beatificado a un señor muerto hace 6 años: ¿y qué? Se ha ilegalizado una formación política: ¿y qué? Los problemas más acuciantes de la gente siguen tal cual: desempleo, desesperanza, intranquilidad, falta de alternativas, enfermedades cada vez más frecuentes, intolerancia, miedo en grandes cantidades… Ninguno de estos hechos cambian las cosas de manera relevante. Simplemente nos distraen más y más de la verdadera realidad: una sociedad cada vez más decadente e inhumana, con abismos de desigualdad que crecen cada día, y en la que los individuos no pueden soñar con una vida mejor porque el hambre y el miedo lo impide.

¿Vamos a seguir distraídos, pensando que lo que pasa a miles de kilómetros es la clave para solucionar los problemas que tenemos aquí y ahora?

Un inciso

Si bien es cierto que llevo una larga temporada sin escribir, y que tengo inconclusa la crónica sobre el viaje a Japón, quería contar varias cosas importantes que están pasando en este blog.

La primera es que nuevamente he cambiado la apariencia. El tema anterior era limpio y sencillo, pero con las recientes actualizaciones de WordPress comenzó a tener problemas de compatibilidad con algunos plugins que estaba usando, los cuales aportaban funcionalidad importante. Como era muy costoso en términos de tiempo corregir los errores, preferí buscar una solución más sostenible en el medio y largo plazo. El resultado es el que están viendo. Más color e interactividad, conservando siempre la sencillez, pero sin los problemas de “mantenimiento” que tenía antes.

La segunda es que, a pesar de que ha transcurrido más de un mes desde que volvimos de Japón, retomaré la crónica como si todavía estuviera allí haciéndola en “tiempo real”, como una manera de recordar ese increíble periplo que seguramente repetiremos en breve, para ir con más tranquilidad y conocer otras cosas en profundidad.

Por si alguien no se ha percatado, los comentarios han vuelto. Durante una temporada decidí hablar unidireccionalmente, pero la experiencia no fue del todo satisfactoria, así que a partir de hoy vuelvo a compartir lo ya consignado y a recibir con satisfacción las opiniones de quien quiera hacer oír (o más bien escribir) su voz sobre lo que aquí se cuenta.

Por último, por razones de mi trabajo estoy escribiendo bastante. Eso ha hecho que mis vacíos creativos se reduzcan y le pierda el miedo a la página en blanco. Volveré con más y mejores cosas muy pronto.

A los y las que han visitado pacientemente esta página en los últimos meses esperando ver novedades, les doy las gracias y prometo solemnemente no ausentarme tanto tiempo a partir de ahora.

Más de lo mismo

Hace un rato estuve leyendo las “excelentes” noticias de los resultados de la tan publicitada cumbre del G-20. Resulta que, no contentos con lo que está pasando, quieren regular aún más el sistema bancario para eliminar toda posibilidad de reacción o disentimiento y supuestamente “aprender de los errores”, esto es, en mi opinión, atar los cabos que todavía estaban sueltos para que el sistema siga haciendo más ricos a los que ya lo son y mucho más pobres a aquellos que no han podido acceder a las altas esferas del poder.

Se habló de fortalecer el FMI y el Banco Mundial, dos entidades claramente criticadas por expertos como Joseph Stiglitz, por causar niveles de desigualdad y pobreza nunca antes conocidos en los países en desarrollo, al imponerles condiciones draconianas e injustas para recibir préstamos que hipotecan su desarrollo y bienestar por generaciones enteras. Es decir, seguimos fortaleciendo las ideas de “el que no es rico, es porque no ha sido elegido”, mientras que millones mueren de hambre, mientras los recursos naturales son expoliados para satisfacer la voracidad sin fin de los mal llamados países desarrollados.

No contentos con ejercer un control sesgado y sectario a nivel nacional, se creará un Consejo Regulador a nivel mundial para “vigilar la transparencia y calidad de las operaciones”, léase defender los intereses de los que manejan grandes cantidades de capital, sin tener en cuenta que el clamor popular ya pide un cambio radical en la concepción básica de un sistema financiero que ha demostrado ser inútil e inflexible para adaptarse a las condiciones cambiantes del mercado. Cada vez hay más gente que no puede cumplir sus obligaciones, no tanto porque no sepan medir su capacidad de endeudamiento, sino porque los bancos y entidades de crédito los hechizan con sus cantos de sirena para endilgarles préstamos baratos a plazos larguísimos que no saben si podrán pagar, esclavizando no solo a quien los obtiene, sino a sus hijos, padres y aquellos que hayan tenido la mala fortuna de servirles de fiadores, gracias a la cultura del consumo irresponsable y desenfrenado que está de moda en estos tiempos.

Es curioso ver como Japón ha donado 100.000 millones de dólares para fortalecer estas entidades, en un gesto de “generosidad”, que visto con lupa, tiene una poderosa razón detrás: su economía está inundada de yenes que han regresado al país al dejar de ser rentable el esquema de “carry cash”, es decir, sacar dinero prestado en economías con muy bajos intereses (Japón) para prestarlos en aquellas con tipos más altos (Europa o Estados Unidos) y obtener ganancias de la nada. Al dejar de funcionar “el negocio” por haber bajado las tasas en los mercados objetivo a cifras similares a las del país prestamista, los créditos se han cancelado, volviendo el capital a su país de origen, ocasionando con esto una subida desorbitada del yen, gracias a un nivel muy alto de liquidez, lo que ha encarecido las exportaciones, vitales para un país que vive de ellas, hasta el punto de ocasionar despidos en una economía tan paternalista como la japonesa, cosa nunca vista hasta hoy, ya que las empresas preferían cerrar a dejar gente sin trabajo.

Se ve claramente que nadie da puntada sin dedal, pero mientras se salvan los bancos y la “credibilidad de las instituciones”, millones siguen malviviendo y continentes enteros continúan debatiendose entre la pobreza, la corrupción, el analfabetismo y el hambre, o sin ir mas lejos, no pudiendo tener acceso a una casa o llegar a fin de mes con tranquilidad, sin que nadie haga nada por ellos. Sigo pensando que el sistema está condenado, y que estas medidas simplemente están alargando la vida de un moribundo que muchos quieren que pase a mejor vida ya mismo.