La paradoja de Turquía

Últimamente se habla mucho de la adhesión de Turquía a la UE. No voy a entrar en el espinoso tema de si es conveniente o no el que este país se integre a la Unión, porque ya hay muchísima gente mucho más informada e imparcial que ha escrito páginas y páginas sobre el tema. En lo que quiero llamar la atención es en la desconexión casi total que existe entre los gobiernos y los órganos rectores de la UE y el ciudadano de a pie. Es de todos conocido el resultado del referendo de ratificación de la Constitución Europea en Francia y Holanda, pero aún así, no se escucha a una clamorosa mayoría de personas que no se sienten identificadas en modo alguno con el nuevo socio, por las razones que sea (aquí también fallan los gobiernos, al no proporcionar la información necesaria para que la opinión pública tenga suficientes elementos de juicio para apoyar una u otra postura), claro que este temor viene de arriba, porque ni siquiera los líderes que supuestamente están impulsando esta opción, están convencidos de su conveniencia, y el miedo se huele a distancia.

Más que simplemente tener en cuenta la ampliación de la Comunidad, el proyecto común corre peligro precisamente porque las personas que lo conforman (hablo de los ciudadanos, no de los líderes) no perciben que formen parte de un todo o que se les tome en cuenta para las decisiones más trascendentales. No nos engañemos: no es lo mismo incluir a países del centro de Europa, que comparten muchos aspectos cotidianos con los miembros actuales, que a Turquía, un país con una religión y cultura distintas, por decir lo menos. No les estoy descalificando ni nada parecido, pero tampoco podemos ocultar la realidad con buenas intenciones. El coste de la integración es muy alto, como se ha visto en Alemania, cuya economía está muy afectada por una integración mal concebida y peor ejecutada, donde las diferencias sociales se acentúan cada vez más.

No creo que sea prudente olvidar a la persona de a pie, que con sus impuestos y su trabajo, contribuye decisivamente a lo que es la Unión hoy en dia. Y si se llega a un punto de ruptura, en que las personas no vean los beneficios de pertenecer a un conglomerado de países donde priman más los intereses de sus líderes que de sus integrantes, la UE puede convertirse en el experimento fallido más caro de toda la historia, sin contar con la verguenza histórica y el grado de debilidad extrema ante la comunidad internacional. Es realmente, para pensarlo…