Αλέξης Ζορμπάς

A veces, muchas más de las que nos gustaría admitir, olvidamos las cosas básicas y esenciales por dedicarle más tiempo del necesario a lo accesorio y banal, que normalmente viene impuesto por intereses de individuos de quienes desconocemos las razones y los motivos, y que asumimos ardiente e inconscientemente como propios.

Y cuando esto pasa, invariablemente sobreviene el desastre. La contradicción permanente en la que hemos convertido nuestra existencia va incrementando la entropía hasta que alcanza un nivel tan insoportable que el desenlace posterior casi siempre es trágico y desagradable.

Nada ni nadie puede resistir la fuerza imparable de la evidencia. Esto es, la via natural sigue su camino con o sin nosotros. Si oponemos resistencia, tal vez por un breve instante sintamos que “controlamos”, “influimos” o “gestionamos” el resultado de lo que ocurre. Sin embargo, pronto nos daremos cuenta que esto es simplemente una ilusión más y que la mejor postura es la de recibir lo que viene tal como se presenta y navegar por las aguas de la vida de la mejor manera posible, casi siempre de oído, haciendo de la coherencia un principio fundamental para con nosotros mismos.

Por lo tanto, concentrémonos en el ahora y en lo que tenemos delante. De nada sirve añadir más presión e incertidumbre al devenir de los acontecimientos añorando el pasado o tratando de descifrar el futuro. Como nos hemos dado cuenta una y otra vez a lo largo del tiempo, nuestras acciones y reacciones normalmente no tienen ningún efecto en el resultado. Tercamente insistimos en darle continuidad a algo que no la tiene y sufrimos porque la aleatoriedad de lo que ocurre no es de nuestro gusto (como si alguna vez, dentro de nuestra proverbial e infinita ignorancia, hubiésemos tenido un atisbo de sentido común para vislumbrar lo que nos conviene o necesitamos en realidad).

Y si bien es cierto que este punto de vista puede parecer fatalista o conformista a los ojos de algunos, es en realidad la manera menos violenta de enfrentar esta serie de acontecimientos inconexos que constituyen la presencia en este plano material y burdo: con una saludable dosis de curiosidad y contentamiento.

El que lea estas palabras puede estar de acuerdo o no con lo expuesto, sin embargo, les dejo con esta pregunta: han visto ustedes un desastre más espectacular que este? (Gracias querido Zorba por el amable recordatorio!)

Complicaciones Innecesarias

Tal vez parezca una perogrullada, pero a medida que pasa el tiempo, resulta cada vez más evidente el peso de la responsabilidad personal de cada cual por todo aquello que nos pasa en la vida.

“Responsabilidad Personal? Y eso qué es?”, dirá más de uno. “Ah si, es el cumplir con lo que se espera de mi en el trabajo / hogar / relación de pareja / hijos / deudas / etc.”

Pues no. La responsabilidad personal es tan simple (o tan compleja) como el no meterse de cabeza en situaciones potencialmente peligrosas que afecten el curso normal de la vida sin que medie un análisis medianamente decente de los pros y contras. O en otras palabras, dejar la impulsividad a un lado y ser consciente de las consecuencias de las consecuencias (no, no es una errata) de nuestros actos.

La vida se convirtió en un caos por culpa de una relación de co-dependencia? Es tu responsabilidad. Estás lleno de deudas por manejar mal el dinero? Es tu responsabilidad. Tu salud está reclamando atención? Es, nuevamente, tu responsabilidad. Tu jefe está abusando laboralmente de ti? Otra vez… Y así sucesivamente.

Pero claro, es que resulta tan tentador y cómodo distraerse culpando a alguien más de lo que pasa! O con lo que esté de moda en ese momento (sea el gobierno, la farándula, los viajes, el síndrome de estar ocupado para parecer importante, las propiedades, las experiencias y tantas otras cosas que tenemos en frente pero no reconocemos…) y luego rematamos con la letanía del “pero por qué a mi? Qué he hecho para merecer esto, yo que soy tan bueno y siempre hago todo bien?”

Como dicen en ciertos sectores de la industria, el proceso de mejora contínua es infinito. Por tanto, una vez más, es tu responsabilidad ver donde se puede hacer mejor aquello que haces y obrar en consecuencia. Suena a regaño o reprimenda? Adivina quien decide…