Generative, Glitch and Detroit Techno Music

Con motivo de mis primeros 600 meses de vida, se nos ocurrió (aunque debo decir que la artífice principal del tema fue Marcela, porque yo estaba algo renuente) organizar un concierto privado para algunos privilegiados (o perjudicados?) tanto en persona como online. Los que me conocen de tiempo atrás saben que la música ha formado parte de mi vida desde temprana edad y que me ha acompañado en muchos momentos de la existencia. Sin embargo, el enfoque de esta performance fue bastante diferente: en lugar de centrarme en lo conocido y habitual, decidí explorar géneros algo menos populares o de nicho, al menos para mi, y al parecer, para la distinguida audiencia que tuvo la suerte (o desgracia) de acompañarnos.

Uno de ellos es el denominado Glitch, que introduce el concepto del ruido o sonidos no relacionados con la música en la misma. Se dice que su origen data de los años 90, pero ya se encontraban muestras de este tipo de variaciones desde principios del siglo XX, con Luigi Russolo y “L’arte del rumori” (El arte del ruido), donde se comenzaron a mezclar ruidos ajenos a la composición como los ocasionados por rotura de objetos, chirridos y similares. También son conocidos exponentes tales como Michael Pinder (1968), Christian Morday (1979), Yasurao Tone (1985), Nicolas Collins (1992) y más recientemente Yuzo Kashiro y Motohiro Kawashima en 1994, que se hicieron famosos con la banda sonora del juego “Streets of Rage”. Más adelante surgieron figuras de mayor repercusión mediática, para quienes gustan del género, como las del artista conceptual japonés Ryoji Ikeda y los ingleses Rob Brown y Sean Booth, del duo Autechre, también en el año 1994.

Por otro lado, también hubo piezas de música generativa, término acuñado por Brian Eno en 1995, mientras colabaraba con Peter y Tim Cole, los creadores del software SSEYO Koan, y que la define como las músicas que cambian constantemente.

Para terminar, y creo que esta para mi fue la parte más divertida de la presentación, fue la introducción de piezas afines al conocido como Techno de Detroit, ciudad donde se originó este movimiento musical en la década de los 80, de la mano de Juan Atkins, Kevin Saunderson (que destacó posteriormente por su trabajo con Inner City) y Derrick May, conocidos como “The Belleville Three”, aunque hubo otras figuras como Eddie Fowlkes y Jeff Mills, que también contribuyeron a su difusión posterior. Lo que me atrajo de este género histórico fue básicamente la ausencia de sincronismo entre los diferentes instrumentos, cuyo “tempo” no estaba en lo absoluto controlado, lo cual ocasionaria que fuera tachado de un ” absoluto desastre” a posteriori por sus creadores, aunque el éxito ya había llegado y el género estaba aquí para quedarse.

Al final, los experimentos sonoros siempre serán satisfactorios, se clasifiquen o no dentro de algún movimiento musical definido. El poder tener la libertad para expresar distintas emociones a través del ruido, la generación aleatoria o simplemente con la participación del respetable es y será para mi una fuente infinita de placer. Espero que la audiencia haya percibido lo mismo…

 

Sobre la pereza y el fino arte de no hacer nada

Curiosamente, entre los muchos temas sobre los que quiero escribir dependiendo de la época del mes en la que me encuentre, a veces simplemente no surge ninguna idea concreta sobre la que merezca la pena reflexionar, sin embargo, un tema que ha sido recurrente en los últimos años ha sido el de la pereza.

Entiéndanlo como quieran: como un defecto / vicio / mal hábito o lo que más rabia les de. Lo que propongo aquí no es una prescripción sino tal vez un cambio de enfoque para ver algo que ha sido (injustamente) demonizado desde siempre como una oportunidad para experimentar la vida de otra forma.

Me explico: si bien es cierto que vivimos en una sociedad ahora más que nunca permeada hasta el tuétano con los virus de la hiper-productividad, la vanidad, el deseo compulsivo de “mostrar” lo que hacemos / decimos / tenemos / pensamos públicamente, tal vez ocasionados por el miedo inconsciente a la irrelevancia (que ya está presente, sin que nos demos cuenta), el hecho de dejarnos llevar por la ley del menor esfuerzo ahorra muchos dolores de cabeza y nos convierte en seres más reflexivos, consecuentes y sobre todo, enemigos acérrimos del trabajo innecesario (incluído en el concepto de la irrelevancia mencionado antes).

Que cómo ocurre esto? Es simple. Si buscamos la manera menos penosa, costosa y que más tiempo ahorre para cumplir con nuestros compromisos u obligaciones, podremos quitárnoslas de en medio de manera expedita y dedicar el tiempo restante a otras actividades, como la del fino arte de no hacer nada que menciona el título de estas líneas. El “parecer productivos” tal vez nos granjee una falsa y efímera admiración, y también, que es lo más probable, cada vez más envidias y enemigos soterrados. Recordemos que la mayoría de las ocupaciones actuales no producen ni aportan nada al medio que las genera, son los llamados “trabajos de mierda” que en nada enriquecen a la sociedad, que convierten a los pobres diablos que los ejecutan en seres grises, idiotizados e incapaces, y que nadie echaría de menos si dejaran de existir de un momento a otro (ni a los trabajos ni a los tontos)…

La pereza puede ser un fabuloso aliciente para vivir de manera despreocupada y satisfactoria, eso si, si la dejamos de ver como algo a evitar a toda costa y más bien nos concentramos en su inmenso poder para centrarnos en lo que realmente nos importe, dejando a un lado ideas caducas, sin fundamento y de plano estúpidas.

Y si después de leer esto, aún necesitan alguna motivación adicional para convertirse a este novedoso estilo de vida, recordemos a Oliver Burkeman, que sostiene de manera categórica que nuestro tiempo es mucho más limitado de lo que pensamos, así que mejor no lo invirtamos de manera irresponsable y más bien dediquémonos a “Ser”, en lugar de a “Hacer” compulsiva y en la mayoría de los casos, inutilmente…

Bewilderment

Un poema de Rumi que describe de manera muy acertada la sensación vital actual. Disfruten!

Bewilderment

There are many guises for intelligence.
One part of you is gliding in a high windstream,
while your more ordinary notions
take little steps and peck at the ground.

Conventional knowledge is death to our souls,
and it is not really ours. It is laid on.
Yet we keep saying we find “rest” in these “beliefs.”

We must become ignorant of what we have been taught
and be instead bewildered.

Run from what is profitable and comfortable.
Distrust anyone who praises you.
Give your investment money, and the interest
on the capital, to those who are actually destitute.

Forget safety. Live where you fear to live.
Destroy your reputation. Be notorious.
I have tried prudent planning long enough.

From now on, I’ll be mad.


Desconcierto

La inteligencia tiene muchas apariencias
Una parte de ti se desliza en una corriente de viento en las alturas
mientras que tus ideas más ordinarias
dan pequeños pasos y escarban en la tierra.

La sabiduría convencional es la muerte de nuestras almas,
y no es nuestra realmente. Nos la han impuesto.
Y sin embargo, seguimos diciendo que encontramos “paz” en estas “creencias.”

Debemos ignorar lo que se nos ha enseñado.
y estar mas bien desconcertados.

Aléjate de lo que te es provechoso y cómodo.
Desconfia de cualquiera que te elogie.
Dona tus inversiones y los intereses sobre el capital
a aquellos que esten realmente en la indigencia.

Olvida la seguridad. Vive donde temas vivir.
Destruye tu reputación. Sé memorable.
He tratado durante mucho tiempo de planificarlo todo con prudencia.

De ahora en adelante, seré un loco.

 

Ebb and Flow

Hoy una reflexión corta: A veces (demasiadas para mi gusto) olvidamos que la vida es un contínuo devenir donde lo único permanente es el cambio, así suene a tópico:  El dia y la noche, las estaciones, el sol y la lluvia, la salud y la enfermedad, el existir y el morir. Nada de esto debería sorprendernos y lo más sano sería navegar cada momento de esta manera, sabiendo que la fugacidad es lo que hace valiosa la experiencia. Sin embargo, nos empeñamos en aferrarnos a lo conocido, a lo “que se debe hacer”, a la obligación y así sólo entorpecemos el proceso natural. No escuchamos las contínuas señales del cuerpo y de todo lo que nos rodea, que es donde normalmente suelen estar todas las respuestas.

Los dogmas, “ismos”, ideas preconcebidas, “valores” (casi siempre aprendidos y nunca cuestionados ni analizados), religiones, conceptos y demás que supuestamente están ahí para facilitarnos el entender lo que pasa, se vuelven muros insalvables por la terquedad de simplemente aceptar lo que ocurre tal como es y dejar de comparar la realidad con lo que tenemos en la cabeza, luchando para defenderlo como sea contra lo que vemos si es que aquello se sale de los parámetros establecidos que se consideran intocables (sin saber muy bien por qué).

En fin. La idea es simplemente ser y dejar que el flujo nos lleve donde convenga más, haciendo lo que amerite cada momento, así nuestra mente racional no esté de acuerdo casi en ninguna ocasión. De esta manera se sufre menos y se vive de una forma menos artificial y forzada…

 

La Paz de lo Salvaje

Este poema de Wendell Berry resume muy bien esa sensación que se olvida tan fácilmente, a pesar de estar al alcance de la mano, en estos tiempos peculiares que vivimos. Aunque yo me pregunto: qué tiempos de los que hemos vivido hasta ahora no han sido atípicos e inusuales? Y como decia Sri Ramakant Maharaj: “La Paz está ahí. Eres TU el que la está perturbando…”

The Peace of Wild Things

When despair for the world grows in me
and I wake in the night at the least sound
in fear of what my life and my children’s lives may be,
I go and lie down where the wood drake
rests in his beauty on the water, and the great heron feeds.
I come into the peace of wild things
who do not tax their lives with forethought
of grief. I come into the presence of still water.
And I feel above me the day-blind stars
waiting with their light. For a time
I rest in the grace of the world, and am free.


La Paz de lo Salvaje

Cuando la desesperación por el mundo crece en mi
y despierto en la noche al menor sonido
atemorizado por lo que pueda ser de mi vida y la de mis hijos,
Voy y reposo donde el pato macho
descansa en su belleza sobre el agua y la gran garza se alimenta.
Vengo a la paz de lo salvaje
que no abruma su existencia con la premeditación de la aflicción.
Vengo a la presencia de las tranquilas aguas.
Y siento sobre mi las estrellas ciegas de día
esperando con su luz. Por un tiempo
descanso en la gracia del mundo, y soy libre.

 

Contradicciones

Resulta curioso ver cómo vamos por la vida alardeando, implícita o explícitamente de una seguridad que no tenemos, supuestamente “haciendo lo que hay que hacer”, siguiendo guiones caducos que no nos hemos tomado la molestia de examinar ni cuestionar con cuidado para ver si nos aplican, sino que mas bien repetimos sin pensar, tal como nos han enseñado a hacer desde casa o la escuela.

Y cuando ocurre algo que nos trae de regreso a la vida real, nos percatamos que hemos estado obedeciendo órdenes que no sabemos muy bien de donde vienen ni para que sirven, pero que si nos han dejado con un muy mal sabor de boca porque al final nos hemos dado cuenta que no sirven para absolutamente nada en el peor de los casos, o sólo parcialmente en el mejor.

Pero claro, es que eso de objetar la supuesta realidad en la que vivimos es muy cansado. Teniendo tantas entretenciones y distracciones que ocupan nuestro tiempo, lo más fácil es simplemente ir cayendo en contradicciones infinitas, buscando en internet la opinión de gente que no conocemos y de la que no sabemos absolutamente nada, creyendo en el establecimiento que una y otra vez nos ha dejado patidifusos y pluscuamperfectos, sin darnos ningún tipo de salida decorosa o viable, pensando “como no hay más y esto es lo que siempre se ha hecho…”para salir del paso.

Nos hemos vuelto perezosos, indolentes, débiles y cobardes. Hemos tragado sin chistar todo aquello que nos han venido contando desde tiempo inmemorial y aceptamos nuestro supuesto destino con una resignación y credulidad que rayan en la más absoluta estupidez. Y para añadir más leña al fuego, somos unos consumados maestros en el dudoso arte de juzgar a quienes vemos que hacen esto mismo y no tenemos los arrestos para reconocer que también nosotros, si, nosotros los “justicieros” y “hacedores del bien, poseedores de la razón absoluta y final” somos los peores exponentes de la situación.

Eso si, como decimos aquí, cuando la vida nos “pega un susto” de la naturaleza que sea, salimos corriendo despavoridos como pollos sin cabeza a buscar cualquier tipo de remedio o solución, venga de donde venga, porque no somos capaces de conservar un mínimo de coherencia en nuestras acciones, esto es, dedicar la mayor parte del tiempo a cuidar y preservar lo realmente importante para evitar este tipo de sobresaltos mayores. Pero claro, como esto no “viste”, no “vende” o no lo podemos mostrar en las redes sociales, pues es lo primero que se sacrifica en aras de la tan manida “aceptación social”.

A tenor de todo esto, me pregunto: tendrían los hombres y mujeres de las cavernas algún atisbo de preocupación por el número de “Me gusta” del día? O en la edad media o la época feudal de Japón, habría un interés creciente de la gente por tener muchos más “seguidores” que estuvieran pendientes de sus más recientes y normalmente, irrelevantes actividades y observaciones?

Y saben que es lo que es más lamentable? Que se termina desarrollando una adicción enfermiza por las potenciales soluciones a aquello que nos aqueje, sin pararnos a pensar en las consecuencias de las consecuencias, porque hay que “resolver” a como dé lugar…

En fin. La naturaleza humana nunca cesa de sorprenderme. Sin embargo, y tomando prestada la frase de tal vez la única persona medianamente cercana que practica un mínimo de coherencia: “Es difícil mantenerse en el camino fácil”. Que cada uno saque sus propias conclusiones…

FBC

Una vez más, la vida nos muestra que todo funciona hasta que deja de hacerlo.  Las mentiras que creímos alguna vez, por la razón que sea, dejan de tener sentido cuando la base que las sostiene desaparece bajo el peso de su propia estupidez.

“La existencia es aquello que hacemos de ella”, una frase que suena bien hasta que de repente nos percatamos de que a la existencia le importa bien poco lo que pensemos, hagamos o digamos. El sol sale cada día, con o sin nosotros para presenciarlo.

La pregunta es: Nos gusta ser controlados? Es posible, ya que la tarea de hacernos cargo de nuestra propia vida es bastante pesada y tediosa, y qué mejor que alguien más decida por nosotros? Una decisión peligrosa, sobre todo cuando vemos que quienes toman las decisiones no están pensando en el mejor interés de la mayoría…

Habrá alguna agenda oculta? Algún plan oscuro del que no tenemos idea? Es todo una fantasía? Nos resistimos a la evidencia? Y si dejáramos las creencias de lado para ver que simplemente pasa lo que pasa, sin ningún tipo de color o sabor? Nah, dirán muchos, es demasiado aburrido, hay que ponerle drama y seguirnos distrayendo! Al fin y al cabo, es lo que mejor hacemos, no?

Ashtray Maze

Un experimento social a gran escala llevado a cabo sin que la gente se de cuenta. Una gran cantidad de tiempo libre a nuestra disposición de un momento a otro, con el cual no sabemos muy bien que hacer. Confusión e incertidumbre. Y nuevamente, queramos o no, volvemos al concepto básico de vivir un dia a la vez.

Predicciones, vaticinios, augurios. Todos se cumplen cuando ya ha ocurrido lo imprevisible. Los “expertos” claman tener razón cuando en realidad, como siempre, nadie sabe absolutamente nada y vamos resolviendo la vida “de oído”.

La situación saca de cada uno su verdadera naturaleza y demuestra una vez más lo fragiles que son los cimientos sobre los que construimos la historia de lo que pasa. Quedan en evidencia (otra vez) las banalidades más extremas a las que hemos dado una importancia descomunal.

Tener que comer, un techo sobre la cabeza, ropa de abrigo y agua limpia. A eso se limita la existencia, a pesar de todo lo que puedan decir quienes propugnan por vidas “plenas” o “satisfactorias” (otra vez, eufemismos para el consumismo desaforado e innecesario).

Al final, el laberinto sigue cambiando a medida que lo recorremos, y aún así la experiencia es increible, aunque aterradora la mayor parte del tiempo. Veremos que ocurre mañana…

“That was awesome!”. Director Jesse Faden