Square One

Si algo nos ha mostrado este periodo tan peculiar de la existencia, es que como decia Dieter Rams: “La simplicidad es la mayor sofisticación”. Qué quiero decir? Solamente que el seguir el ritmo natural de la vida es la única garantía de poder tener un tránsito tranquilo, con pocos sobresaltos y sobre todo, con mucha conciencia.

Si aún esto no se entiende, cito a mi papá nuevamente cuando decía, de manera sabia y algo lapidaria: “La naturaleza siempre gana”. Así que lo mejor es no interponerse en su camino con interrupciones que casi siempre son costosas, dolorosas y muchas veces fatales. El cuerpo es lo suficientemente inteligente para saber lo que tiene que hacer en un momento dado, siempre y cuando lo dejemos actuar tal como la evolución y miles de años de práctica le han indicado.

Los obstáculos normalmente son fáciles de evitar si estamos atentos a ellos: El estrés, el miedo en sus múltiples formas, invertir el tiempo en cosas innecesarias y sobre todo, el creer que sabemos más que un organismo que ha atravesado por innumerables crisis, grandes y pequeñas, muchas de las cuales han pasado desapercibidas y que ha podido resolver de la mejor forma, sin que hayamos tenido nada que ver.

Ahora enumeremos algunos ejemplos prácticos de lo que digo, a ver si lo dejo aún más claro: No es para nada necesario ir a comer tacos a Jamaica o pastel de chocolate al Black Bear, pasar el tiempo en las calles de Pasadena, recorrer la ruta 101 para contarle a gente que no sabe lo que es ni donde está, subir a un avión / auto / bus / barco para ir a lugares que no nos interesan porque “todo el mundo está yendo / están de moda” o porque “necesitamos descansar”, andar en patineta por la vida exponiéndose a un accidente o “ayudar” a los demás en algún barrio marginal de la ciudad… Viéndolo detenidamente, si eliminamos todo esto y mucho más, la vida no cambia sustancialmente…

En cambio, si seguimos algunas reglas básicas, la diferencia puede ser bien importante y hasta de larga duración: Dormir cuando haya sueño, comer cuando haya hambre, consumir alimentos naturales y baratos (porque normalmente lo más caro es lo más perjudicial y artificial), reirse mucho de todo lo que ocurre, porque la estupidez colectiva no tiene ninguna lógica ni explicación razonable, obtener los medios para vivir de la manera menos inmoral que se pueda y dedicar a ello el menor tiempo posible, analizar en segundo y tercer grado todas y cada una de las decisiones importantes (que son únicamente las que tienen que ver con la salud, el dinero y el amor, en ese orden), o lo que es lo mismo, considerar las consecuencias de las consecuencias de nuestras acciones, hacer caso a la realidad que podemos percibir directamente (y no las pantallas / impresos / comentarios o las interpretaciones de nuestra mente), no distraerse con tonterías impuestas desde fuera y por último, simplificar, simplificar y simplificar aún más.

No cuesta nada probar y si no funciona, le devolvemos su dinero… Bromas aparte, también queda la opción de volver a nuestros hábitos de siempre, esos que nos han dado esta existencia tan feliz y satisfactoria con la que contamos en este momento…

Desconfianzas Supinas

Hoy un par de anécdotas aleatorias: Salimos a dar un paseo con Marcela y decidimos comer en un local cercano. Dada la hora, el lugar tiene poca afluencia de gente y como se estila en estos particulares tiempos, conservamos la distancia dejando mesas entre los comensales y demás. Justo cuando llega nuestra orden, vemos que se sientan en una mesa aledaña un trio de personas mayores que conversan animadamente entre ellos.

Marcela tose y estornuda, y yo añado la siguiente frase en voz alta: “Este tema nada que se quita, pero bueno… la vida sigue…”. Unos segundos después, los 3 ancianos cambian precipitadamente de mesa y se ubican a una distancia “prudente”, con las consiguientes miradas reprobatorias hacia aquellos desconsiderados que osaron salir a la calle sin medir las consecuencias de sus actos para el resto de la sociedad… Sobra decir tuvimos serias dificultades para seguir degustando nuestro desayuno, porque la risa no nos dejaba…

El otro día  mientras haciamos el pago de las compras en un supermercado cercano, Marcela me dice: “Apurémonos y vamos a su casa, hay que aprovechar que no está su esposa…”. Yo le devuelvo una mirada cómplice y miro a la cajera que no sabe, literalmente, donde meterse. Trata apresuradamente de terminar la transacción después de cometer varios errores en la misma y desvía en todo momento la mirada hacia el suelo hasta que por fin, para su tranquilidad, nos vamos del lugar conteniendo a duras penas unas sonoras carcajadas…

No hay conclusiónes ni enseñanzas de ninguna clase. Simplemente fueron un par de comprobaciones improvisadas y muy divertidas de los juicios que emite la gente sin pensar ni cuestionar absolutamente nada. Para gustos, los colores…

 

 

 

Estupideces Colectivas

Más allá de teorías conspiranóicas, planes del nuevo orden mundial y demás temas de moda, la “crisis” (nótense las comillas) de la nueva variante de la gripa que supuestamente va a exterminar a la humanidad es una buena ocasión para reflexionar sobre nuestra capacidad de análisis y sobre todo, la absoluta fragilidad y estupidez que ahora parece ser la norma en nuestra sociedad.

El hecho de dejar que el miedo se apodere de la gente, olvidando por completo la capacidad de razonar en primer, segundo y tercer grado, dejándose convencer por los medios de desinformación masiva, a los que la gente toma como la verdad absoluta, y esto sin hablar de internet y las mal llamadas redes sociales, que no hacen sino contribuir a la desinformación y el pánico infundado, hace que sea necesario cuestionarse sobre la validez de los cimientos sobre los que hemos construido nuestra identidad en estos tiempos.

Tomamos todo lo que circula por el ciberespacio como una realidad incuestionable sin pararnos a pensar en los intereses que puede haber tras una noticia o rumor. Son económicos? Quieren ver cómo reaccionan los mercados a determinados estímulos o noticias? Aplica esto tambien para las personas? Es una prueba para saber cómo manejan determinada situación?

Lo más triste es que hemos olvidado el principio básico a aplicar a toda información que recibimos: comprobar las fuentes. Si bien el mar de internet está muy contaminado, hay maneras de comprobar que lo que leemos o escuchamos es verdad o no. Y esto nos ayuda a ser más objetivos a la hora de emitir (o no) opiniones.

Sin embargo, la reflexión va mucho más allá. El cultivar la capacidad de afrontar situaciones sin importar su naturaleza, de la mejor forma posible, sin depender de lo que pase fuera, es la clave para conservar la calma y no caer en la irracionalidad, que hace que se tomen decisiones erradas y con consecuencias graves en el tiempo.

Alguien que conozco dice que, en este orden, estos son los temas a los que hay que prestar atención en la vida: la salud, el dinero y el amor. El orden no es arbitrario. Sin salud, no se puede generar dinero y la conservación del amor se dificulta sobremanera. La pregunta es: cuantas personas tienen esto claro?

Cuantos pueden responder que su salud es a “prueba de todo” por tener una alimentación sana, practicar ejercicio regularmente, descansar y sobre todo, por vivir tranquilamente de verdad? (Hablo más sobre esto en breve)

Cuantos responderían confiadamente que tienen sus finanzas bajo control? Que no tienen deuda y que saben exactamente que está pasando y cómo manejar su dinero?

Y por último, y no por ello menos importante, cuantos pueden decir que van por la vida despreocupadamente porque saben que nada se puede controlar y que hay que saber adaptarse a las circunstancias, teniendo muy presente que sólo hay que preocuparse por las cosas realmente importantes, y que al final, se dieron cuenta que no hay nada que lo amerite?

De las crisis es vital sacar las lecciones aprendidas, porque de lo contrario habremos perdido el tiempo y, en muchas ocasiones, la salud y el dinero… Ojalá el ejercicio de reflexión sirva para estar mejor preparados para la siguiente, que no tardará en llegar…

I forgot my phone

Me volví a encontrar con este video y me hizo reflexionar mucho, o mejor, muchísimo. Justo esta semana estuve en un concierto y la mayoría de la gente, en lugar de disfrutar la música y la interacción con los artistas, simplemente vivieron la experiencia a través de una pequeña pantalla… La oscuridad del auditorio se veía rota por destellos de luz que distraían y entristecían. Tal vez es hora de volver a nuestros cabales, porque de lo contrario, la estupidez colectiva finalmente nos ganará la partida.

Mandela o los héroes/heroinas que no debieron existir

No voy a escribir la típica nota laudatoria y oportunista, ni a enumerar las frases célebres de Nelson, ni a recordar su estancia en prisión y su lucha contra el apartheid, terrible palabra que sólo sirvió para discriminar y separar durante tantos años. No, hoy no me sumo al rasgamiento colectivo de vestiduras sobre el futuro de Sudáfrica sin su líder espiritual y moral, ni enumero detalladamente las profundas diferencias que aún existen en aquel país y en el continente africano en general.

Nada de eso. Hoy veo que después de la noticia de la muerte del expresidente, los diarios y las noticias simplemente han cambiado ya el chip y hablan del sorteo del mundial (!), porque como decia Hector Lavoe, lo demás son “periódicos de ayer”, y más que indignarme, simplemente entiendo que es la naturaleza humana: ávida de emociones, sensaciones e insaciable, pero esto es otro tema aparte.

Lo que me impulsa a escribir hoy es precisamente la “excepcionalidad” del personaje, el que lo elogiemos por una lucha que debió y debe ser absurda, por la injusticia contra él que no debió existir, por esos veintitantos años de cárcel injustificada, por defender la tierra de sus antepasados ante un invasor al que no le importaban nada más que sus propios intereses, por algo lógico a todas luces que simplemente aceptamos como extraño.

La norma deberían ser los Mandelas o los Bikos o todos/as ellos/as, por no extenderme ni salirme del contexto, la norma debería ser la paz social, la abundancia para todos y todas, el respeto y la tolerancia dentro de la diferencia que caracteriza a los seres humanos, sin querer uniformizar ni imponer, el acceso universal y gratuito a servicios básicos como la educación, la alimentación, el agua, la sanidad y la seguridad de calidad, el que el pueblo no tenga que levantarse en armas o protestas para reclamar justicia por la avaricia o indiferencia de sus gobernantes, sean quienes sean. Esa debería ser la norma y no la excepción, que estos y estas luchadores/as fueran líderes del cambio en lugar de mártires por causas absurdas que nunca debieron existir.

Hoy no quiero recordar a Mandela por lo que hizo, sino reflexionar por qué tuvo que hacerlo y desear y trabajar fervientemente cada día por que el cambio se produzca y estos episodios y personajes pasen a ser simplemente curiosidades históricas sin importancia, por el bienestar en el que podemos y debemos vivir.

Ciegos, sordos y tontos

Hace un tiempo hice la promesa de no leer tantas noticias ni acceder de manera compulsiva a los medios de comunicación, porque me harté de tanta basura, desinformación y manipulación. Sin embargo, de un tiempo para acá he vuelto a consultar, si bien no de la misma forma, estas fuentes de control para ver cómo están (des)informando sobre lo que está ocurriendo en el planeta. Y claro, como no podía ser de otra forma, no me llevé una sino varias sorpresas:

1. La crisis económica ha pasado a un segundo plano: Nadie habla ya de Grecia, ni de los movimientos sociales que están ocurriendo allí, o de los “esfuerzos” desesperados por tomar una decisión con respecto a la deuda tóxica de ese país para que no afecte tanto como puede los intereses de quienes lo llevaron hasta allí.

2. Las noticias sobre las continuas caídas de la bolsa en toda Europa, especialmente en España, siguen pasando desapercibidas, así como el gran número de desahucios a propietarios que ven como sus viviendas son secuestradas por el banco de turno, para, además de seguir cobrando una deuda por un inmueble del que ya no se tiene el uso y disfrute, revenderlas y seguir inflando sus ya obscenas cuentas de resultados, a ver si algún otro incauto/a pica y siguen con la farsa.

3. Los precios de los alimentos están disparados: Especialmente en los países de África y América, los valores del maíz, trigo, sorgo y otros alimentos están subiendo de manera descontrolada, haciendo que cada vez más gente no pueda alimentarse correctamente. Una vez más, nadie dice nada al respecto.

4. Cada vez más empresas están cerrando o despidiendo trabajadores aduciendo razones de “crisis” (la prueba? El absurdo número de personas que vagan sin rumbo por las calles en días laborables, a horas intempestivas: y sinceramente no creo que todos/as estén de vacaciones), sin embargo, los beneficios de los bancos y negocios asociados son cada vez más altos, y sus ejecutivos se permiten decir perlas tales como que “la regulación al sector bancario sólo traería más contracción económica y restringiría aún más el crédito”. Sin palabras.

5. Los gobiernos locales ocultan la deuda para ser reelegidos (el caso de Navarra) y luego “descubren” los problemas y enarbolan la bandera de “nosotros lo arreglaremos”, sin embargo, siguen percibiendo escandalosos beneficios extras por trabajos que no ejecutan o por compatibilizar actividades que por ética y moral no deberían serlo, más allá de que existan regulaciones para ello.

6. Las agencias de “calificación de riesgo” (léase los instrumentos de los especuladores para manipular el mercado económico), siguiendo con su plan rediseñado de crear incertidumbre para lucrarse de la situación (por aquello de “a río revuelto, ganancia de pescadores”), tienen ahora en la mira a España, para desencadenar una situación similar a la de Grecia: declarar el “peligro inminente de impago” y obligar al país y a las distintas regiones a realizar recortes radicales, que socavan los derechos fundamentales, a endeudarse aún más con los suministradores de crédito “aprobados” por quienes ocasionaron el problema, y a gravar aún más a los ciudadanos con impuestos que no se sabe bien adonde van. Si bien es cierto que España gastó más de lo que ingresó en los últimos 10 años (obras públicas faraónicas innecesarias, gastos innecesarios en ornato, sin destinar dinero a capitalizar las fuentes de trabajo a largo plazo tales como la investigación y desarrollo, el cambio hacia energías limpias, la diversificación de negocios tradicionales como el turismo o la producción de bienes de poco valor añadido, por ejemplo), la situación se puede resolver de muchas otras formas que no sean disminuyendo los servicios públicos básicos tales como la salud o la educación.

7. Los movimientos sociales que aparentemente están “protestando” contra la manera actual (y pasada) de hacer las cosas, son simplemente una válvula de escape sin soluciones o medidas concretas para aportar o implementar. Casos como la victoria del Partido Pirata en Berlín o las declaraciones de Zygmunt Bauman al respecto, donde queda claramente expuesto que estas protestas son más corazón que razón, y que si no hay un esfuerzo organizado por canalizarlas, se convertirán en una distracción más para aliviar tensiones, tal como el fútbol, la televisión o el bar más próximo.

Sin embargo, a pesar de todas estas señales, nadie parece darse cuenta. Vamos a la manifestación de turno, pero seguimos comprando en supermercados, consumiendo de manera irresponsable, tenemos nuestro dinero en los bancos, nos vamos de vacaciones, y sólo importa que podamos llegar a fin de mes o que seamos capaces de salir unos cuantos fines de semana a intoxicarnos para “olvidar los problemas”.

Tal vez más de uno/a diga que soy un extremista radical y tal vez sea así, pero independientemente de mi opinión, que es tan válida como cualquier otra, nos acercamos a una transición inexorable que cambiará la manera como vivimos de manera importante y muy significativa. El cómo nos vaya en el proceso depende de si estamos dispuestos a prepararnos, ser flexibles y sobre todo, actuar en consecuencia, dejando atrás aquello de “que cambie todo para que todo siga igual”.

Llegó la hora de actuar y prepararse. Y si bien es cierto que para algunas cosas puede ser algo tarde, todavía estamos a tiempo de soltar lastre y recuperar las redes familiares y de amistad que son las que realmente nos ayudarán para encarar lo que viene… Amanecerá y veremos.