Etapas

La mayoría de nosotros no somos muy conscientes del paso del tiempo, a no ser por hechos muy puntuales como que alguien nos lo recuerde, a veces no de la mejor manera, o cosas más triviales como que el cuerpo no aguante como antes una noche de parranda con los amigos.

Sin embargo, lo que más me llama la atención es el hecho de darnos cuenta, no sólo del transcurso de la existencia sino más bien de lo que estamos haciendo. Creo que a la mayoría le pasa que se estanca sin darse cuenta en algún trabajo, relación, casa o situación por comodidad, pereza, resignación o quien sabe cuantas cosas más, pero cuando de un momento a otro abrimos los ojos y decimos: “pero qué estoy haciendo?”, en ese momento algo cambia. Así no hagamos nada en el momento, aparece la famosa espina en la cabeza que ya no nos deja tranquilos. Podemos seguir igual, pero la inquietud se instala en nosotros.

Hace tiempo me pasó. Y ahora miro todo lo que hago, digo y pienso con lupa. Cuando estoy cayendo en la rutina más soporífera, me cuestiono si eso es lo que quiero estar haciendo. Lo mejor (o peor, según se vea) es cuando tengo que ver con otros que o no se han dado cuenta o simplemente miran para otro lado: reuniones interminables, métodos tradicionales de enseñanza (que no entiendo por qué se siguen empleando si no dan resultado), compromisos sociales superfluos, actividades sin valor añadido (como planchar por ejemplo, pero de esto hablaré en profundidad otro día) y un largo etcétera. Vamos quemando épocas, y las cosas que nos interesaban o preocupaban antes, ahora parecen de lo más trivial. De eso se trata!

Lo más triste es que de alguna manera estamos atados a todas estas cosas porque es lo que “se ve bien” y está “socialmente aceptado”, aunque vaya en contra de todas nuestras ideas, creencias y necesidades. Complicado asunto. Es algo así como querer encontrar la cuadratura del círculo. Aunque he de reconocer que es posible si de verdad nos interesa ser coherentes con nosotros mismos, pero luchar contra la inercia es a veces casi imposible…

Para terminar, un tip. El pasar tiempo con uno mismo es una excelente forma de darse cuenta que la vida va mucho más allá de las aparentes dificultades que entraña. Unos minutos al día en silencio y con la mente en blanco (o en negro) permiten volver al sitio que realmente importa: nuestro interior.