Decepción

No quería decirlo antes, pero lo sospechaba y de alguna manera, lo esperaba. Sin embargo, tenía la pequeñísima esperanza de que algo pudiera cambiar, que se removieran las conciencias y que todas las personas pudieran ver, así fuera fugazmente, que el cambio era posible y necesario, que en manos de todos y todas estaba el poder dar un timonazo que pusiera rumbo a otro lugar, no mejor ni peor, simplemente diferente.

Sin embargo, cuando se asentó el polvo de la “batalla”, los resultados fueron los mismos: los que estaban, permanecen, los que se oponían, ahora son quienes mandan (otra vez), y los que posiblemente podían constituirse en contrapeso o agentes catalizadores del cambio, quedaron relegados a un segundo plano (de nuevo).

¿Que ocurrió? No tengo ni idea. Tal vez habría sido más fácil explicarlo si no hubiese existido la presión social para cambiar, para decir basta, para que se pudiera ver que ya no estamos impasibles ante tantos abusos, desmanes, robos y demás. Pero al haber existido un movimiento que puso al descubierto el descontento general, las vergüenzas del sistema y sobre todo, la injusticia y sinrazón del mismo, cuando había una sensibilización previa, cuando parecía que mucha gente había entendido que era lo que pasaba realmente, pues no tiene ninguna explicación lógica.

¿Miedo? ¿Desidia? ¿Incredulidad? ¿O una hipocresía galopante? No quiero sacar conclusiones apresuradas. Tal vez fue una mezcla de todo, tal vez quienes habitamos en este país no estamos preparados para afrontar una nueva realidad diferente, en la que las personas volvamos a ser importantes, por encima de intereses monetarios o políticos. Tal vez ese nivel de madurez individual y colectivo no se ha alcanzado. Tal vez haya que tener paciencia y esperar un poco más. Sin embargo, tengo la sensación de que el tiempo se está acabando, y que cada oportunidad que se deja pasar puede ser la última que tengamos.

Y yo que pensaba que por una vez íbamos a pensar al unísono, cuidándonos los unos a los otros y haciendo escuchar nuestra voz a quienes dicen mandar sin autoridad moral… Iluso de mi. En fin, soñar no cuesta nada. Y parafraseando a Lampedusa, hemos “cambiado todo para que todo siga igual”. Que los Dioses, la Fuerza y todo lo que se pueda nos acompañe. Vamos a necesitar mucha pero que mucha ayuda para enfrentar lo que se nos viene encima…

Una respuesta a «Decepción»

  1. Tal vez el primer sentimiento al que uno se enfrenta tras cualquiera de las situaciones comentadas, sea el de la decepción, pero, somos dueños de nuestro destino, y en nuestras manos está el cambiarlo.

    Tornemos esa decepción, en una oportunidad.

    Un saludo,

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